Hoy, al ir a depositar la recaudación del día (trabajo en una agencia distribuidora de revistas, y es un empleo que da asco), murió un hombre frente a la puerta del banco. Yo no me percaté de ello, fue la cajera que me atendía quien me contó lo que había sucedido en la calle.
Unos minutos después, llegó un compañero de trabajo y me contó que el hombre que murió era un ciclista que transitaba por la calle y que repentinamente se cayó al suelo (dónde más iba a ser, no?), probablemente, debido a un infarto.
Después, comentamos medio en broma, que era peligroso hacer ejercicio, y que lo mejor era viajar en auto. Luego, durante el rato en que la cajera contaba el dinero que yo había traído conmigo, conversamos más en serio con Cristian, mi compañero de trabajo, de lo triste que es morir en la calle, sin que persona alguna te auxilie, y que la gente a tu alrededor solo se dedique a contemplar tu desgracia.
Al salir del banco, ví que aun no levantaban el cuerpo de aquel hombre y que la gente seguía mirando como quien ve televisión, y me dí cuenta que detestaría morir en la calle sin nadie me ayude ni que diera aviso a mi familia, y al caminar por la calle y ver mi reflejo en un enorme ventanal de otro banco, me pregunté si sería capaz de hacer lo que me gustaría que hicieran por mí, y no ser una desgracia anónima que se comenta durante el almuerzo.
Y no fui capaz de responderme.
martes, 23 de octubre de 2007
sábado, 20 de octubre de 2007
primera entrega.
Hoy, sábado 20 de octubre he dado inicio a esta primera entrega de mi blog. La cual , ahora mismo, no será muy novedosa porque he tenido que trasnochar por mi trabajo.
Pero no hay de qué preocuparse, porque pienso estrujarme las neuronas para escribir algo que valga la pena.
Eso es todo, hasta la próxima.
Pero no hay de qué preocuparse, porque pienso estrujarme las neuronas para escribir algo que valga la pena.
Eso es todo, hasta la próxima.
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